jueves, 5 de mayo de 2011

Devocionales de Mayo

1 de Mayo


Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 1:1 – 2:32

Nuevo Testamento: Lucas 22:1 – 22:30

Pasión por servir a Dios



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EFESIOS 2.8-10



Oswald Chambers, autor de En pos de lo supremo, murió en 1917, pero su influencia sigue viva. Dios usa las lecturas devocionales de este hombre para hablar a mi corazón y redargüirme. El mensaje de Chambers ha perdurado porque él dio prioridad a las cosas de valor eterno, no a las de este mundo.

Lamentablemente, muchas personas eligen una existencia sin significado eterno. Lanzarse a ganar la mayor cantidad de dinero posible, agradarse a sí mismo, y dejar de trabajar para "gozar de la buena vida" no es bíblico. Una vida que vale la pena implica darnos sin reservas a Dios para que Él pueda utilizarnos como mejor le parezca. Los cristianos como Chambers, que tienen un impacto eterno en su esfera de influencia, sienten pasión por servir al Señor. Buscan las maneras de expresar su amor y su devoción a Él.

Los creyentes son ciudadanos de un reino celestial, por lo que ser "siervos del Dios todopoderoso" es parte de su identidad. Sé lo que quizás está pensando: Tengo un trabajo secular, o mi vida no tiene mucha importancia. Si usted está decidido a encontrar las maneras de ser útil para el reino, Dios le dará tareas de valor eterno. Sea sensible a las personas necesitadas. Comparta su fe con los que sufren. Ya sea por medio de su trabajo o de su comunidad, esté disponible para servir a las personas que necesiten ayuda. Cuente a los demás lo que Dios está haciendo en su vida.

Usted ha sido llamado a servir a Dios donde se encuentre. A todos se nos ha dado el trabajo de evangelistas y maestros (Mt 28.19), así como la tarea de ocuparnos de quienes padecen necesidad (Is 1.17; Gá 6.2). Trabajemos a favor del reino, porque hay mucho trabajo por hacer.

2 de Mayo

Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 3:1 – 4:12

Nuevo Testamento: Lucas 22:31 – 22:62

Cómo servir a Dios



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TITO 3.5-8



¿Cómo responde cuando encuentra oportunidades para servir a Dios? Permítame enumerar algunas de las respuestas incorrectas:

1. No puedo.

2. Mi agenda está demasiado ocupada.

3. No sé cómo hacerlo.

4. No soy pastor.

Estas respuestas cierran la puerta antes de que sepamos si el Señor quiere o no que entremos. Usted quizás nunca ha pensado que negarse a servir a Dios es idolatría, pero eso es lo que es: doblegarse ante uno mismo en vez de someterse a él.

El Señor quiere que sus siervos estén dispuestos, primero, a hacer lo que sea; y después, a buscar conocer su plan específico para ellos. Dios dota de manera especial a sus seguidores para que le sirvan conforme a su voluntad. Pero cuando ya hemos decidido que no podemos hacerlo, que no lo haremos, o que no estamos bien preparados, estamos actuando entonces de acuerdo con nuestra voluntad, y eso no está bien.

Usted puede servir al Señor como buen padre, o como quien comparte el evangelio con sus compañeros de trabajo, o como amigo que escucha a quienes estén sufriendo. No hay ninguna restricción en lo que Dios puede hacer con un ayudador dispuesto. El poder de su Espíritu supera las limitaciones humanas. ¿No se siente lo suficientemente valiente? Dios puede cambiar eso. ¿No tiene las aptitudes adecuadas? Dios puede cambiar eso.

Dejar las excusas es lo más sabio que podemos hacer para servir a Dios. Confíe en que el Señor le capacitará para hacer lo que él le llame a hacer, y que se ocupará de dotarle y prepararle debidamente (Ef 2.10; 2 Ti 2.20; 3.16, 17). Lo único que él le pide es que diga "sí".

3 de Mayo

Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 5:1 – 6:23

Nuevo Testamento: Lucas 22:63 – 23:25



La Iglesia



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EFESIOS 1.18-23



La Iglesia es ese grupo de personas llamadas a distinguirse del mundo por su relación con Jesucristo. Todos los creyentes que están en el cielo y en la tierra forman un solo cuerpo: la iglesia universal. Hay muchas denominaciones y enfoques en cuanto a teología, pero las congregaciones locales que constituyen el cuerpo de Cristo están unidas por un mensaje, una misión y un propósito comunes.

Mensaje. El triple mensaje de la iglesia es sencillo. 1) El hombre es pecador, y no puede librarse de la culpa ni del castigo por el pecado. 2) Jesucristo murió en la cruz para pagar nuestra deuda, fue sepultado, resucitó y ascendió al cielo para sentarse a la diestra del Padre. 3) Un día, toda persona estará delante de Dios para rendir cuenta de su vida. Los creyentes serán responsables por lo que hicieron con la verdad que conocieron, pero los incrédulos responderán por cada día que vivieron rechazando a Jesucristo.

Misión. Mateo 28.19 resume lo que debe ser la búsqueda personal de cada miembro de la Iglesia viva: llevar el evangelio a todo el mundo, y enseñar a los nuevos creyentes cómo crecer en la fe. Testificamos y hacemos discípulos compartiendo las experiencias que hemos tenido con Dios y su Palabra.

Propósito. El propósito de la Iglesia es exaltar al Señor Jesucristo, y glorificar a Dios Padre.

La iglesia no es un lugar para ocultarse del mundo. Nuestra misión es difundir el mensaje del evangelio en toda la creación para glorificar a Dios. Habrá oposición y persecución peores para unos que para otros. Pero nos mantenemos unidos como un solo cuerpo, y perseveramos.







4 de Mayo

Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 7:1 – 8:18

Nuevo Testamento: Lucas 23:26 – 23:49



El cuerpo de Cristo



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EFESIOS 4.11-16



Como vimos ayer, todas las personas que se reúnen para adorar en iglesias alrededor del mundo forman un solo cuerpo —el cuerpo de Cristo. El Señor Jesús es la cabeza. Pablo lo describió como "el principio, el primogénito de entre los muertos" (Col 1.18). Él tiene prioridad en la Iglesia y en la vida de cada creyente.

En el momento de la salvación, uno se convierte en parte del cuerpo, no importa cuáles sean las normas en cuanto a membresía de las iglesias locales. Al recibir al Salvador, la persona se hace una con Jesús. Por tanto, si usted es creyente, es parte activa y viva de Cristo, quien está en actividad en la tierra por medio de sus seguidores. La Iglesia es los pies de Cristo para llevar el mensaje del evangelio, sus brazos para atender a los necesitados de amor, y sus manos para sostener a los débiles.

El cuerpo físico de Cristo sufrió dolor y persecución. De manera que la iglesia no puede esperar una existencia cómoda y fácil. Ser Jesús para el mundo significa hacer sacrificios, ser ridiculizado y amar a nuestros enemigos (He 13.16; Mt 5.44). Dios nos llamó a difundir el evangelio, pero eso no significa que a la gente siempre le gustará lo que tenemos que decirle. El pecado y la obligación de dar cuentas no son mensajes populares. Pero ser populares y caer bien no es el propósito. Estamos aquí para realizar el trabajo y la misión de Dios, aunque hacerlo no sea cómodo.

La naturaleza espiritual de la Iglesia está ligada a su misión. El evangelio no puede esparcirse sino por el poder y la sabiduría de Jesucristo, la cabeza. El cuerpo de creyentes está unido con Él por medio de su Espíritu Santo que habita en ellos. El Señor alcanza al mundo a través de su Iglesia y sus miembros.

5 de Mayo

Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 9:1 – 10:19

Nuevo Testamento: Lucas 23:50 – 24:12



Dios es nuestro Padre misericordioso



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LUCAS 15.11-24



La humanidad tiende a proyectar sus fallas en Dios. Esto es particularmente cierto en cuanto a la naturaleza de su amor. Creemos que debemos hacer trueques, implorar o poner empeño para ganarnos el favor del Señor. Pero, así como lo aprendió el hijo pródigo, el amor del Padre es incondicional.

El desobediente hijo pensaba que el amor de su padre había disminuido. Por tanto, volvió al hogar esperando encontrar un lugar entre los sirvientes de la familia. Imagine la alegría del muchacho cuando su Padre lo recibió con un abrazo y una fiesta. Sin duda, sus acciones no merecían una efusión de amor, pero la parábola de Jesús trata de un Padre que no da a las personas lo que ellas merecen.

Un amor basado en la conducta mantendría a las personas preguntándose: ¿He hecho lo suficiente? En vez de eso, Dios se interesa por usted por ser su hijo, y Él no espera nada a cambio. Piense en lo que fue la vida del hijo pródigo después de la fiesta por su regreso al hogar. No se alojó con los criados ni se puso a trabajar con ellos. Fue reintegrado a su lugar como el segundo hijo de un hombre rico, con todos los privilegios que eso conllevaba. Asimismo, los creyentes son los hijos preciosos del Señor (2 Co 6.18). Cuando Dios mira a sus amados no se concentra en sus errores, faltas o pecados. Ve a los herederos de su reino: a hombres y mujeres que lo aman y desean pasar la eternidad en su presencia.

No importa cuán lejos nos hayamos alejado del Señor, somos siempre bienvenidos si lo buscamos. La Biblia enseña que el amor de Dios no puede perderse, a pesar de nuestro pecado o de nuestras malas decisiones. Los brazos de nuestro Padre están siempre abiertos.



6 de Mayo

Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 11:1 – 12:31

Nuevo Testamento: Lucas 24:13 – 24:35



Nuestro amor



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MATEO 7.7-11



El amor de Dios no tiene límites, pero eso no significa que sus hijos no tienen límites. Aunque el mundo argumenta que las normas del cristianismo asfixian a la persona, todo buen padre o madre dará testimonio de que fijar límites es parte del amor a los hijos. Y también, seguir amándoles cuando violan las reglas.

Esto puede traer dos preguntas:

• ¿Por qué el Señor tiene tantas normas? Los preceptos bíblicos están hechos para protegernos y darnos paz. Pero Dios no obliga a la obediencia. La Biblia no dice ni implica que tenemos que vivir de acuerdo con los Diez Mandamientos o el Sermón del Monte para ser amados. Los hijos de Dios descubren que seguir esas normas es el camino que conduce al gozo, a la seguridad y a una sensación de bienestar. En cambio, la desobediencia trae infelicidad y sufrimiento a la vida.

• ¿Qué sucede si peco? No hace falta que seamos obedientes para que Dios nos ame. Él ama aun al hombre más malvado y asesino, lo que significa que nadie es capaz de pecar más allá de la gracia redentora del Señor. Él perdonará siempre. Pero tampoco se deje tentar por el error opuesto. La gracia no es una licencia para pecar. Dios nos permite experimentar las consecuencias del pecado. Eso es lo que hace un padre amoroso para asegurarse de que un hijo aprenda el valor de hacer el bien.

Dios ama sin condiciones. Para mostrar su gran amor, Él ha dado preceptos sólidos sobre los cuales las personas pueden edificar sus vidas. Su amor por quienes desoyen las normas bíblicas no disminuye de ninguna madera, pero su corazón se entristece por su rebeldía. Él se deleita en los creyentes que buscan y obedecen su voluntad (1 Ts 4.1).



7 de Mayo

Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 13:1 – 14:33

Nuevo Testamento: Lucas 24:36 – 24:52



Toda nuestra ansiedad



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1 PEDRO 5.6, 7



¿No es interesante que la afirmación de que Satanás anda rondando como león rugiente, esté en un pasaje sobre los pensamientos de ansiedad? La preocupación puede sentirse como un ataque: somos despedazados interiormente por los temores, la frustración y el desaliento. La ansiedad es un sentimiento atormentador, y el diablo la maneja muy bien.

No tenemos que vivir con ansiedad, porque el Señor cierra la boca de los leones que amenazan a sus seguidores (Dn 6.22). Pedro explicó cómo liberarnos de la ansiedad. Primero, humillándonos ante Dios. Lo que causa la angustia es una sensación de impotencia en una situación dada, y por eso la mejor respuesta es rendirse a Dios —someterse al Señor con la confianza de que Él tiene el poder de controlar su vida. Debemos tener presente que Dios siempre dispone las circunstancias para el bien de usted y la gloria de Él (Ro 8.28).

Recuerde que la oración es una declaración de dependencia. Cuando nos humillamos, estamos de rodillas ante Dios todopoderoso. Nada es difícil para su poder, lo cual nos lleva al segundo paso: expresar al Señor nuestros problemas y luego confiar en que Él se ocupará de ellos. Él asume la responsabilidad de atender todas nuestras necesidades (Mt 6.31, 32). A usted le corresponde dar prioridad a Dios obedeciéndolo y viviendo de manera justa (v. 33).

Y tercero, resistir a Satanás manteniéndose firme en la fe. Es decir, no arranque esas preocupaciones de las manos de Dios para angustiarse por ellas otra vez. Cuando los métodos del diablo le hagan temblar de ansiedad, rechace su mentira y afirme que el Señor es suficiente para manejar la situación.



8 de Mayo

Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 15:21 – 16:23

Nuevo Testamento: Juan 1:1 – 1:28



Para arrojar las preocupaciones



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SALMO 55.16-22



Los hombros de Dios son suficientemente amplios para llevar sus cargas. Él es soberano sobre el universo, y por eso capaz de resolver los problemas y satisfacer las necesidades. Hoy quiero darle un ejercicio práctico que le ayudará a saber cómo arrojar las preocupaciones.

Primero, escriba en una hoja de papel las cosas que suelen causar angustia. Una vez que comience a escribir, podrá descubrir una lista de cosas que le roban la paz. Luego, entregue en oración cada problema a Dios. Recuerde que en Salmo 18.35 Él promete sostener a los creyentes con su diestra amorosa.

Por último, al orar, imagínese poniendo la situación en las manos omnipotentes de Dios. Por ejemplo, una mujer puede imaginar que le entrega al Señor sus deudas, mientras le dice: "Padre, te entrego mi preocupación económica. Sé que me enseñaras cómo salir de las deudas. Eres más que suficiente para manejarla, y confío en que me guiarás".

Algunas personas pueden objetar esta sugerencia, porque los movimientos humanistas y pseudoespirituales utilizan también un método que ellos denominan "visualización". No deje que nadie le robe lo que es legítimamente suyo. Dios crea imágenes verbales en la Biblia. Este ejercicio se limita a crear una imagen mental del Señor haciendo exactamente lo que Él dice que hará (Sal 55.22; Mt 6.25, 26).

Cuando haya puesto todas sus preocupaciones en las manos de Dios, estruje la lista que escribió, y destrúyala. De esta manera, simbolizará el acuerdo que acaba de producirse. Sus preocupaciones ya no le pertenecen. Cada una de ellas pertenece al Señor. Déjelas atrás y comience a vivir en perfecta paz.



9 de Mayo

Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 17:1 – 18:33

Nuevo Testamento: Juan 1:29 – 1:51



Esperanza para un mundo cambiante



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ROMANOS 5.1-5



Los cambios pueden causarnos incertidumbre. Podemos sentirnos desorientados por el sufrimiento que vemos a nuestro alrededor, por el desarrollo tecnológico que supera nuestra capacidad de absorberlo, y por la inestabilidad de los mercados financieros. A veces, lo que parece de valor hoy, tiene menos valor mañana.

Con el aumento de los problemas, podemos desanimarnos y abatirnos. Pero la respuesta no es basar toda nuestra esperanza en la capacidad del hombre para resolver los problemas o cambiar una situación. Podemos lograr sólo una paz pasajera si cambiamos nuestras circunstancias o ajustamos nuestra conducta exterior.

El problema principal de nuestra sociedad es espiritual, es decir, el hombre tiene una naturaleza pecaminosa que está en enemistad con Dios. El pecado nos incita a concentrarnos en nosotros mismos, y a perseguir lo que apetecemos. Ni nuestra inteligencia ni nuestro talento podían cambiar nuestro estado pecaminoso ni ponernos en paz con Dios. Pero los que ponen su fe en Jesús como Salvador reciben una nueva naturaleza y son reconciliados con el Señor. Como sus hijos, no sólo estamos en paz con Él, sino también hemos recibido el poder para vivir en armonía unos con otros.

Por tanto, no importa cuánto cambie el mundo, podemos tener esperanza, porque estamos anclados a un cimiento firme que nunca será removido (Is 28.16).

La esperanza del creyente descansa en el Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nuestro Padre celestial nos conoce a cada uno de nosotros por nombre (Is 43.1). Nuestro Salvador cumple cada promesa divina (2 Co 1.20). Y el Espíritu Santo nos recuerda que estamos seguros en Cristo, tanto en esta vida como en la venidera.

10 de Mayo

Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 19:12 – 20:26

Nuevo Testamento: Juan 2:1 – 2:25



La esperanza de paz



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ROMANOS 15.4-13



A pesar de los mejores esfuerzos del hombre, el anhelo de paz del mundo sigue sin realizarse. Cada nueva generación tiene grandes esperanzas en la reconciliación entre pueblos y naciones, pero al final se enfrenta con la desilusión.

Un día, Cristo volverá y lo arreglará todo. Hasta entonces, los creyentes están llamados a ser sus embajadores de paz. Sin embargo, llegar a ser cristianos no significa automáticamente convertirnos en personas buscadoras de bondad y unidad.

A veces, somos irritables e impacientes, y nos resulta difícil vivir en armonía con los demás. Podemos tener problemas para abandonar actitudes o hábitos que hieren a quienes nos rodean —y algunas veces ni siquiera queremos dejarlos. Dios conoce nuestro verdadero carácter y ha dado el Espíritu Santo para transformarnos a la semejanza de Jesucristo. El Espíritu abre nuestras mentes para entender y aplicar la Biblia. Nos da el poder de decir no a la impiedad, y para reemplazar el egoísmo personal por una perspectiva centrada en Cristo. Él produce pacientemente su fruto en nosotros, que incluye amor, gozo y paz (Gá 5.22, 23). Con su ayuda, podemos convertirnos en pacificadores que trabajan para lograr la reconciliación entre Dios y los hombres (Mt 5.9).

Mientras que nuestro mundo sigue esperando lograr la paz, nosotros sabemos que la única fuente de unidad perdurable es Cristo.

El Señor quiere que nuestro corazón sea gobernado por su paz (Col 3.15), y que nuestras relaciones se caractericen por un espíritu de unidad. ¡Cuán animados se sentirán otros cuando vean el poder de Dios en nuestras vidas, que trae reconciliación a nuestros matrimonios, familias e iglesias!



11 de Mayo

Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 21:1 – 22:51

Nuevo Testamento: Juan 3:1 –



La fe inquebrantable



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HECHOS 9.1-16



El apóstol Pablo tenía el fuerte propósito de conocer y servir a Jesucristo. Su pasión y su amor por el Señor eran evidentes: el Señor Jesús ocupaba siempre el centro de sus pensamientos, ya sea que estuviera trabajando como fabricante de tiendas, predicando a una multitud, o incluso encadenado en la prisión. ¿Qué alimentaba su amor por el Señor?

La experiencia de conversión del apóstol Pablo en el camino de Damasco fue una fuerza motivadora en su vida. Agradecido por el regalo de gracia que había recibido al ser salvo, el apóstol contó a muchas personas el encuentro que había tenido con el Cristo resucitado, y el impacto que esto hizo en él. Nosotros, también, tenemos una historia que contar acerca de la misericordia de Dios al salvarnos, y de la nueva vida que tenemos en Él.

El fervor de Pablo se originaba también en su firme convicción de que el mensaje del evangelio era auténtico, y de que estaba al alcance de todos (Jn 3.16). En la cruz, Cristo tomó todos nuestros pecados —pasados, presentes y futuros— sobre sí mismo (1 P 2.24). Él sufrió nuestro castigo para que pudiéramos recibir el perdón y tener una correcta relación con Dios. Por la fe en Cristo hemos nacido de nuevo, y el Espíritu Santo que mora en nosotros nos ayuda cada día (Jn 14.26). Cuanto más entendamos lo que Jesús hizo por nosotros, mayor será nuestra pasión por compartir el evangelio.

Desarrollar una fe inquebrantable requiere tiempo y energías, además del propósito de obedecer a Dios. El estudio regular de la Biblia fortalecerá su fe y le dará valentía para compartirla. Y el interesarse por el bienestar espiritual de otros le moverá a la acción. ¿Tiene usted pasión por servir a Dios donde sea que Él le guíe?



12 de Mayo

Antiguo Testamento: 2ª. Samuel 23:3 – 24:25

Nuevo Testamento: Juan 3:22 – 3:36



La fe apasionada



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ROMANOS 6.5-14



El apóstol Pablo servía al Señor con entusiasmo. El fervor del apóstol estaba motivado por tres cosas: la gratitud por el inmerecido, pero maravilloso regalo de la salvación; la convicción de que el mensaje del evangelio era auténtico; y la comprensión de que, por medio de la cruz, el poder del pecado sobre él había sido destruido.

Antes de ser salvos, éramos esclavos del pecado e incapaces de librarnos de él. Pero ahora, al estar unidos con Cristo en su muerte y resurrección (Ro 6.5, 6), hemos recibido el poder de decir no a la tentación, y podemos elegir el camino de Dios. Pablo sabía que su vieja naturaleza egoísta había sido crucificada con Cristo; el pecado ya no tenía control sobre él. Este conocimiento alimentaba su pasión de seguir a Jesús y vivir para Él (Gá 2.20).

Guiado por la misión que recibió de Cristo, Pablo expresaba su fervor por medio de la obediencia a la dirección del Señor. Nuestro Padre celestial quiere que concentremos nuestra pasión en llevar a cabo su plan (Mt 28.19, 20).

Al igual que Pablo, estamos llamados a vivir una vida crucificada en la que el Señor sea lo primero en nuestros pensamientos, actitudes y acciones. Una vida así implica aprender a caminar por fe y permanecer firmes ante la tentación. Aunque no podemos hacer esto con nuestras propias fuerzas, podemos lograrlo a través del Espíritu Santo. Él nos da el poder para abandonar nuestras actitudes egoístas y reemplazarlas por actitudes agradables a Dios.

La fe y el compromiso de Pablo con el Señor eran partes integrales de su pensamiento, conversación y trabajo. Su fe lo motivaba a seguir adelante. El apóstol sabía que la salvación daba perdón por el pasado, y una manera de vivir victoriosa en el futuro.



13 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 1:1 – 1:53

Nuevo Testamento: Juan 4:1 – 4:30



Caminar con Dios



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GÉNESIS 6



Una vez que recibimos a Jesucristo como Salvador, su Espíritu mora en nosotros de forma permanente. Sin embargo, hay una diferencia entre tener la salvación y caminar con el Señor. Ser salvo implica el perdón del pecado y la bendición de una seguridad eterna, mientras que caminar con Dios es un privilegio que experimentamos día tras día.

Para entender mejor esta idea, consideremos el ejemplo de Noé, un hombre que Génesis 6.9 identifica como uno que caminaba con el Señor de esa manera; es decir, vivía por fe. De seguro que no entendió la orden de Dios de que construyera un arca. Después de todo, nunca había habido lluvia, y mucho menos un catastrófico diluvio. Hasta ese momento, una niebla se levantaba de la tierra para alimentar a la vegetación. Pero, porque el Todopoderoso habló, Noé creyó y obedeció.

Para nosotros, caminar por fe no tiene que significar algo tan colosal como salvar a la flora y la fauna de la destrucción. Implica algo más común, como vivir con las prioridades agradables a Dios, invertir tiempo en la Palabra, o aferrarse a los valores de Él en un mundo que los tiene en poco. En realidad, nuestro verdadero carácter se revela a menudo cuando no hay ninguna crisis o dificultad que nos motive. Cuando somos fieles en las cosas sencillas y comunes, nuestro Padre celestial nos confía más.

Creerle a Dios y actuar en consecuencia, es un aspecto importante de la obediencia a Él. ¿Tiene usted tal confianza, que acata sus instrucciones, incluso cuando son difíciles o confusas? Pídale al Señor que aumente su fe, y renueve su compromiso de seguirle donde sea que Él le conduzca.





14 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 2:1 – 2:46

Nuevo Testamento: Juan 4:31 – 4:54



Mantenerse cerca del Todopoderoso



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ISAÍAS 41.10-14



Como hijos del Altísimo, estamos llamados a caminar con Él, ya sean gratas o difíciles las circunstancias. Ambas pueden ser un reto.

En tiempos buenos, podemos perder de vista cuán dependientes somos de Dios. Por supuesto, aun así necesitamos muchísimo su dirección y su cuidado, pero los "períodos" placenteros pueden empañar esa realidad y crear en nosotros una disposición de autosuficiencia. Para evitar esto, debemos disciplinarnos para llenar nuestras mentes con la Palabra de Dios, orar por su dirección, y escuchar su respuesta.

Por el contrario, los tiempos difíciles pueden acercarnos a nuestro Creador en busca de sustento y ayuda. Con Cristo a nuestro lado, podemos atravesar sin temor cualquier situación. Como lo advirtió el Señor Jesús, la aflicción es inevitable (Jn 16.33). Pero tenemos la posibilidad de elegir cómo responder. Podemos dejar que las situaciones dolorosas nos hagan más dependientes del Señor, o que la duda, la depresión y la ira nos invadan.

El Señor promete darnos todo los que necesitemos para sobrellevar bien las dificultades. Nuestra responsabilidad es permanecer a su lado, seguir donde Él nos dirija, y obedecer aun cuando no nos guste o no entendamos lo que está sucediendo. Nuestra meta debe alinearse con la del apóstol Pablo: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe" (2 Ti 4.7).

¿Dónde se encuentra usted hoy: en medio de una prueba, o de circunstancias placenteras? Esté consciente de que tentaciones tales como el desánimo o la apatía, pueden apartarlo de caminar con el Padre celestial. ¿Cuando salga de ese período podrá decir, como el apóstol Pablo, que terminó bien?



15 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 3:3 – 4:34

Nuevo Testamento: Juan 5:1 – 5:18



Una visión sin límites



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MATEO 28.16-20



Como hijos del Altísimo, estamos llamados a caminar con Él, ya sean gratas o difíciles las circunstancias. Ambas pueden ser un reto.

En tiempos buenos, podemos perder de vista cuán dependientes somos de Dios. Por supuesto, aun así necesitamos muchísimo su dirección y su cuidado, pero los "períodos" placenteros pueden empañar esa realidad y crear en nosotros una disposición de autosuficiencia. Para evitar esto, debemos disciplinarnos para llenar nuestras mentes con la Palabra de Dios, orar por su dirección, y escuchar su respuesta.

Por el contrario, los tiempos difíciles pueden acercarnos a nuestro Creador en busca de sustento y ayuda. Con Cristo a nuestro lado, podemos atravesar sin temor cualquier situación. Como lo advirtió el Señor Jesús, la aflicción es inevitable (Jn 16.33). Pero tenemos la posibilidad de elegir cómo responder. Podemos dejar que las situaciones dolorosas nos hagan más dependientes del Señor, o que la duda, la depresión y la ira nos invadan.

El Señor promete darnos todo los que necesitemos para sobrellevar bien las dificultades. Nuestra responsabilidad es permanecer a su lado, seguir donde Él nos dirija, y obedecer aun cuando no nos guste o no entendamos lo que está sucediendo. Nuestra meta debe alinearse con la del apóstol Pablo: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe" (2 Ti 4.7).

¿Dónde se encuentra usted hoy: en medio de una prueba, o de circunstancias placenteras? Esté consciente de que tentaciones tales como el desánimo o la apatía, pueden apartarlo de caminar con el Padre celestial. ¿Cuando salga de ese período podrá decir, como el apóstol Pablo, que terminó bien?

16 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 5:1 – 6:38

Nuevo Testamento: Juan 5:19 – 5:47



La evangelización: El llamado del creyente



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HECHOS 1.6-8



Un domingo, un hombre se me acercó para contarme su historia. Había sido adicto a las drogas, y tenía una vida sin esperanzas cuando escuchó un versículo de la Biblia en un mensaje. Dijo que un pasaje lo llevó a poner su fe en Cristo. El hombre fue salvo, y Dios transformó su vida.

Cada creyente tiene una historia. Usualmente, cuanto más nos rendimos a Dios, mayor es nuestra capacidad de ver su mano en nuestra vida. Y cuanto más lo vemos obrar, más fuerte es nuestro deseo de compartir con otros todo lo que Él ha hecho.

Lo mismo puede decirse de los primeros discípulos. Un pequeño grupo de personas se reunió alrededor del Señor Jesús antes de su ascensión. Oyeron su mandato de llevar el evangelio a todo el mundo, hacer discípulos y bautizar a personas de todas las naciones. Esto, de seguro, parecía una tarea abrumadora para un puñado de seguidores, pero obedecieron. Sus experiencias personales con Cristo, sin duda, los motivó a compartir las buenas nuevas, y también a tener confianza en la promesa de la presencia y el poder de Jesucristo.

Nosotros, también, debemos tomar en serio la orden de Cristo. Uno de nuestros supremos llamamientos como creyentes, es hablar de Él a otros. Como sucedió con los primeros cristianos, nuestra propia experiencia con el Salvador es la historia más emocionante y convincente que podemos compartir.

¿Está usted hablando a otros de Cristo? Amar a Dios implica no solamente tener una relación personal con Jesús, sino también compartirlo con los demás. El mundo a su alrededor necesita el poder de Cristo. Deje que el Espíritu Santo le guíe y le capacite para compartir a Cristo de manera efectiva con quienes le rodean.



17 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 7:1 – 7:51

Nuevo Testamento: Juan 6:1 – 6:21



De la separación a la reconciliación



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2 CORINTIOS 5.14-21



La separación, el rechazo y el distanciamiento son experiencias desagradables que, por lo general, tratamos de evitar a toda costa. Pero vivimos en un mundo caído, por lo que no podemos escapar de ellas totalmente.

El aislamiento de las otras personas es ya bastante malo, pero peor aun es que muchas personas viven alejadas del Padre celestial. ¡Qué trágica y sin sentido debe ser la vida cuando ella está separada por completo del Creador! Dios plantó en cada uno de nosotros el deseo de relacionarnos con Él; por tanto, hasta que hallemos nuestra conexión con el Señor, sentiremos siempre que falta algo.

Pero, a pesar de lo importante que es esa relación para nuestro bienestar, algo se interpone en su camino: ya sea por nuestros pensamientos o por nuestras acciones, todos hemos violado los mandamientos del Señor (Ro 3.23), y nuestro Dios puro y santo no puede estar en la presencia del pecado. Romanos 6.23 dice que el castigo por el pecado es la muerte, que es la separación eterna del Señor. Por tanto, siempre tendremos un vacío.

¡Qué panorama tan sombrío para la humanidad! Pero nuestro Padre celestial resolvió el problema al enviar a su Hijo para pagar nuestro castigo. Cristo, todo Dios y todo hombre, vivió la vida perfecta, tomó toda nuestra iniquidad sobre sí mismo, sufrió una muerte espantosa en la cruz. Ya no somos condenados por nuestros pecados, porque Él tomó nuestro lugar. Y tres días después, se levantó victorioso a la vida.

La salvación está al alcance de todo el que cree y recibe este regalo extraordinario. Juan 3.16 describe la manera como esta reconciliación pone fin a nuestra separación.

18 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 8:1 – 8:66

Nuevo Testamento: Juan 6:22 – 6:42



La transformación del creyente



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EZEQUIEL 36.25-27



Me maravilla la metamorfosis de la oruga. Un insecto baboso y erizado, que desaparece para convertirse en crisálida, y al poco tiempo surge una delicada y hermosa mariposa. Es algo maravilloso.

Nuestra transformación en el momento de la salvación es igualmente radical y milagrosa. De un corazón destinado a la muerte, pecaminoso y depravado, Dios saca una criatura nueva que ha sido perdonada, hecha justa, y creada para tener el Espíritu de Dios dentro de sí (2 Co 5.21; Jn 14. 17).

¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué, entonces, seguimos luchando con el pecado después de poner la fe en Cristo como Salvador? ¿No deberían haber desaparecido todos los hábitos e inclinaciones de nuestro viejo corazón? La respuesta es que el término "nueva criatura" se refiere a nuestra posición en Cristo. Es cierto que los creyentes son perdonados y que están eternamente seguros como hijos del Padre celestial, pero seguimos viviendo en cuerpos carnales, y mientras estemos en la tierra habrá una batalla continua entre el espíritu y la carne.

Dios nos transforma a lo largo de toda nuestra vida para que nos parezcamos cada vez más a Cristo. Su Espíritu nos ayuda a combatir el pecado, y nos enseña cómo vivir. Este proceso, llamado santificación, es una peregrinación que durará hasta que seamos llamados a la patria celestial.

Mientras que la salvación es un hecho que sucede una sola vez, la santificación es un proceso de toda la vida. Y aunque el Señor nos ve a los creyentes como justos, todavía tenemos la capacidad de pecar.

Afortunadamente, el Espíritu de Dios nos guía y nos da poder para ser más como Cristo, y si nos sometemos a Él, nuestra conducta y nuestros pensamientos cambiarán.

19 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 9:1 – 10:29

Nuevo Testamento: Juan 6:43 – 6:71



Bendecir a otros



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SALMO 5.11, 12



El otro día, mientras caminaba por una tienda, estornudé y un caballero que estaba cerca ofreció la respuesta típica que se dice en los Estados Unidos: "Que Dios le bendiga". Esto me hizo pensar en lo que significa en realidad esta expresión común y corriente —una petición de favor divino—, y en las diferentes maneras como podemos bendecir a los demás.

Primero, podemos bendecir a las personas orando por ellas, y debemos ser específicos al traer tales peticiones al Señor. Las peticiones generales como: "bendícelo, por favor", puede convertirse en rutinaria y carente de significado. Además, las súplicas con mayores detalles pueden aportar respuestas más reconocibles. E imagine cómo serán alentados los demás cuando vean que nos preocupamos lo suficiente como para orar reflexivamente, y que a Dios le importó lo suficiente para conceder la petición.

Segundo, podemos pedir el favor de Dios en circunstancias y situaciones. Por supuesto, Él responderá únicamente si éstas tienen su aprobación. Por ejemplo, es correcto orar por la presencia del Señor en un servicio de la iglesia, y pedirle que toque a los presentes.

Tercero, podemos bendecir a Dios. Hacemos esto al expresar nuestra alabanza y acción de gracias por su carácter y por lo que Él ha hecho (Sal 104.1). Lo bendecimos también por medio de nuestra obediencia, servicio y deseo de agradarle. Cuando le damos el primer lugar en nuestras vidas, Él es honrado.

Al desear las bendiciones divinas, ¿por qué no aplicar la regla de oro como una motivación para bendecir a otros —incluyendo a Dios mismo— por medio de la oración y el servicio?





20 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 11:1 – 11:43

Nuevo Testamento: Juan 7:1 – 7:31



Las bendiciones de Dios



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EFESIOS 1.3-14



Todos experimentamos períodos de dificultad en la vida. En esos tiempos dolorosos, es posible que sintamos que Dios no está bendiciéndonos. Pero aun así, estamos experimentando muchos de sus dones maravillosos, a pesar del hecho de que ellos escapen a nuestra atención.

He aquí varios ejemplos de las bendiciones que podemos disfrutar siempre:

• Estamos seguros de que nuestro Dios todopoderoso nos escogió antes de la fundación del mundo (v. 4). Y debido a que nos adoptó como hijos suyos (v. 5), podemos sentirnos especiales y amados pues el Soberano del universo nos eligió.

• Jesús nos dio la salvación por medio de su muerte y resurrección (v. 7). Nos redimió del pecado, que causa la separación de Dios y lleva finalmente a la muerte. En consecuencia, recibimos una naturaleza nueva y el perdón diario de nuestros pecados (2 Co 5.17; 1 Jn 1.9).

• El Espíritu Santo mora en nuestro interior. Él guía, advierte el peligro y nos llena, por lo que siempre tendremos un abogado y consuelo. También nos sella, y por eso nuestra vida eterna está asegurada (Ef 1.13).

• Nuestro Padre nos prepara una herencia imperecedera (1 P 1.4). Podemos experimentar problemas momentáneos, pero podemos mirar hacia delante y ver la eternidad que nos espera en la presencia de Dios, donde no habrá sufrimiento.

En medio de las situaciones dolorosas, puede ser fácil sentir como que la mano de Dios no está posada en nuestras vidas. Pero los creyentes tenemos bendiciones espirituales maravillosas en todo momento. Sin los cuatro dones permanentes antes mencionados, el temor y el vacío serían abrumadores. Por tanto, exprese su gratitud aun en las dificultades.



21 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 12:1 – 13:34

Nuevo Testamento: Juan 7:32 – 7:53



El propósito de las bendiciones



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SALMO 67



La naturaleza intrínseca de Dios es bendecir. No obstante, tenemos que entender que Él tiene un propósito mayor en mente. Su objetivo final abarca mucho más que simplemente hacernos felices, darnos paz, protegernos y prosperarnos. En realidad, la intención del Señor nunca ha sido que sus bendiciones se queden con nosotros, sino que fluyan a los demás como parte de su plan para toda la humanidad.

Como podemos ver en el Salmo de hoy, el Señor nos bendice de modo que su salvación, su justicia y sus caminos puedan ser conocidos en todas las naciones y por todos los grupos étnicos del mundo (vv. 3, 4, 7). Él actúa siempre con esta perspectiva en mente, incluso cuando trabaja en nuestras vidas de manera independiente. Saber esto debe llenarnos de una sensación maravillosa de valía que nos haga ser más humildes. Cada creyente tiene la responsabilidad de ayudar a otros a conocer y entender al Dios único y verdadero. Cada bendición que Él da no solo nos beneficia a nosotros personalmente, sino que también está destinada a impulsar este propósito.

Por otra parte, es posible que no recibamos a veces las cosas que queremos, porque no contribuyen al propósito superior de Dios. Pero si estamos dispuestos a adaptar nuestras peticiones al plan mayor de Dios, estaremos en condiciones de ser utilizados en gran medida por Él.

Cuando el Señor le bendice, Él no sólo está haciendo algo para usted; también está haciendo algo en y por medio de usted para tocar las vidas de los demás. No permita que el gozo y el bienestar que dan sus bendiciones le vuelvan ciego al propósito que tienen ellas. Pídale a Dios que le muestre cómo utilizar sus bendiciones como una manera de guiar a las personas a Él.



22 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 14:1 – 15:34

Nuevo Testamento: Juan 8:1 – 8:20



El mensaje que el mundo necesita



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MARCOS 16.15-20



Si yo le preguntara a usted cuál es la misión de la iglesia, ¿qué respondería? Aunque la iglesia realiza muchas tareas, su único mensaje para el mundo es el evangelio de Cristo. Todo lo demás que hacemos es simplemente una extensión de ese objetivo principal. El evangelio que ofrecemos a los perdidos es superior a toda filosofía mundana. Nunca caduca ni necesita ser enmendado; siempre es suficiente para satisfacer la mayor necesidad de la humanidad: su reconciliación con el Creador.

Aunque el mensaje es siempre el mismo, los métodos de darlo a conocer son muchos, entre ellos la palabra hablada, la música, los materiales impresos, y los medios electrónicos. Pero todos estos medios de comunicación requieren la participación individual del pueblo de Dios. Cada cristiano tiene la responsabilidad de utilizar sus dones espirituales, talentos y habilidades para ayudar a realizar la Gran Comisión.

Algunos cristianos piensan que este papel ha sido dado solo a pastores, misioneros, u otras personas con un "trabajo ministerial". Pero todos tenemos la responsabilidad de involucrarnos en la forma que podamos y en toda oportunidad que Dios nos dé. No todo el mundo está llamado a ir al extranjero como misionero, pero todos podemos dar, orar y contar a amigos y familiares lo que el Señor ha hecho por nosotros.

Si usted está realmente dedicado a sacar a la luz el evangelio, Dios le revelará el trabajo que Él le está llamando a hacer. El Señor tiene un lugar para cada uno de nosotros; nadie es insignificante o inservible. El factor limitante no es la capacidad del Señor de usarnos, sino nuestra disponibilidad a su llamamiento.

23 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 16:1 – 17:24

Nuevo Testamento: Juan 8:21 – 8:47



Señor de vivos y muertos



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ROMANOS 14.7-12



En el Nuevo Testamento, el título de Señor es el más utilizado para referirse a Jesucristo. Y a pesar de que rara vez utilizamos este otro término, jefe, en nuestra vida diaria, todos estamos muy familiarizados con la palabra.

Eso es, básicamente, lo que significa Señor: uno que tiene autoridad, poder y control. La Palabra de Dios describe a Jesús como la cabeza de la iglesia, el soberano de toda la creación, el Señor de señores, y el Rey de reyes (Col 1.15-18; Ap 3.14; 17.14).

La esfera del reinado de Cristo abarca todo lo que sucede en el cielo y en la tierra. Nadie, ni aun quienes niegan su existencia, pueden verse libres de su gobierno o estar fuera de su ámbito de autoridad. Aunque Satanás trata de convencernos de que la libertad se encuentra en hacer lo que queremos, la verdadera libertad solo se adquiere mediante el sometimiento al tierno señorío de Cristo.

Ni siquiera la muerte puede librar a alguien de la autoridad del Hijo de Dios. Él es el Señor tanto de los vivos como de los muertos. Toda persona debe decidir si rendirse al Señor o rebelarse contra Él, pero sólo mientras viva tiene la oportunidad de tomar esta decisión. Después de la muerte, reconocerá el señorío de Cristo al tener que rendir cuentas a Él. Si no dobla su rodilla ante Jesucristo en vida, se verá obligado a doblarla en el día del juicio.

¿Se ha sometido usted al dominio de Cristo sobre su vida? Su autoridad produce ira o temor en las personas que todavía no se han rendido a Él, pero quienes han experimentado su misericordia, confiado en su bondad, y rendido sus vidas a su autoridad, tienen el gozo de conocerle como el Señor de sus vidas.

24 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 18:1 – 18:46

Nuevo Testamento: Juan 8:48 – 9:12



Salvación y señorío



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COLOSENSES 2.6-10

¿Cómo pueden las personas que han puesto su fe en Cristo como su Salvador vivir en rebeldía contra Dios, con actitudes y conductas impropias? Al fin de cuentas, cuando una persona es salva, recibe una vida nueva; la conducta y los pensamientos pecaminosos son característicos de la vieja vida.

La salvación es un acto que Dios lleva a cabo una sola vez en la vida de cualquier persona que reconoce que Cristo pagó sus pecados. Esa persona tiene, entonces, la seguridad de un lugar en el cielo. Pero, ¿sabía usted que el Señor quiere aun más que esto para nosotros? La Biblia enseña que Él nos predestinó para ser "hechos conformes a la imagen de su Hijo" (Ro 8.29, 30). Este es su propósito final. La salvación es la puerta que abre el camino a este proceso, que se lleva a cabo por el Espíritu Santo que vive en nosotros.

Esta transformación requiere el sometimiento al señorío de Cristo. Él pagó por nosotros con su sangre, y como ahora le pertenecemos, El Señor tiene el derecho a gobernar nuestras vidas. En otras palabras, le recibimos como Señor en el momento de la salvación, y ahora debemos andar en Él (v. 6), dejando que tenga el control total de cada decisión, acción, palabra, motivo, actitud y pensamiento. Si no lo hacemos, nuestro crecimiento espiritual se atrofiará, y sucumbiremos a un estilo de vida pecaminoso.

Si usted ve poco progreso en su vida espiritual, el problema se debe probablemente a un aspecto que se está reservando para sí mismo. Solo si lo entrega a Cristo y deja que Él sea Señor de la totalidad de su vida, será enriquecido sobremanera cuando Él cambie su carácter, su perspectiva, sus actitudes y su conducta.

25 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 19:1 – 20:43

Nuevo Testamento: Juan 9:13 – 9:38



La influencia de nuestras convicciones



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DANIEL 1.1-21

Aunque nuestros círculos de influencia varían de tamaño, todos tenemos el poder de influenciar a otros para bien o para mal. Ya sea en casa, en la iglesia, o en el mundo, nuestras vidas están a la vista de muchos. La mayoría de las veces ni siquiera estamos conscientes de a quiénes afectamos con nuestras palabras, actitudes y acciones.

Daniel no tenía el propósito de impresionar a los demás, pero algo de su personalidad afectaba a todos los que tenían contacto con él, desde los servidores más humildes hasta reyes de imperios. Lo que hacía distinguir a este joven era su compromiso con sus convicciones. Creía en la verdad absoluta de las Escrituras. Cuando fue llevado a Babilonia, se "propuso" no contaminarse con la comida del rey, porque sabía que comer carne ofrecida a los ídolos estaba prohibido por la ley mosaica.

Eran las convicciones de Daniel, no su entorno, las que determinaban su conducta. Nuestro mundo ofrece multitud de maneras de transigir en lo que sabemos que es correcto, pero si decidimos seguir nuestras convicciones, también podremos mantenernos firmes en obediencia a Dios. Aunque este mundo incrédulo puede burlarse de nuestros valores y estilo de vida, su respeto por nosotros disminuye cuando vacilamos y cedemos a las tentaciones. Y lo peor es que nuestro testimonio como seguidores de Cristo se ve destruido.

La convicción en cuanto a la verdad de Dios es como un ancla. Cuando soplen los vientos de la opinión, y las olas de la tentación nos golpeen, podremos saber con certeza la forma correcta de responder. No vacile en su obediencia al Señor. Su firme posición en defensa de lo correcto podrá influir poderosamente en los demás.

26 de Mayo

Antiguo Testamento: 1er. De Reyes 21:1 – 22:53

Nuevo Testamento: Juan 9:39 – 10:18







El poder de la perseverancia



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DANIEL 6.1-28



Vivimos en un mundo esquivo donde la capacidad de perseverar en las dificultades es un rasgo de carácter poco común. Si un trabajo es difícil o aburrido, es muy común que la gente piense: ¿Por qué no renunciar y conseguirse otro? Cuando un matrimonio se vuelve tenso e infeliz, es más fácil darse por vencido y empezar de nuevo con otra pareja. Por otra parte, muchos matrimonios permanecen juntos sin la obligación matrimonial.

Por desgracia, esta falta de perseverancia es evidente, incluso entre los creyentes. A la primera señal de conflicto o desacuerdo, algunos cristianos saltan a otra iglesia en vez de permanecer fieles a una congregación local y superar sus dificultades. Y en nuestro caminar espiritual, muchos de nosotros batallamos para mantener un tiempo a solas regular con el Señor. El cansancio o las exigencias del día hacen que ese tiempo se nos escape, mientras corremos tras las cosas de este mundo.

Daniel era un hombre de fidelidad inquebrantable. Ni siquiera el saber que podía ser asesinado le impidió seguir con su costumbre de orar tres veces al día. Esa fidelidad al Señor fue notada por otros. Sátrapas y comisarios envidiosos utilizaron la fidelidad de Daniel para ponerle una trama, pero el rey creyó que esa sería la clave para su liberación. "El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre" (v. 16).

Las descripciones bíblicas de Daniel son impresionantes: influyó en naciones y líderes poderosos. Pero, ¿ha pensado usted que el Señor lo usó enormemente debido a su firme obediencia y reverencia a Dios? Imagine lo que el Señor puede hacer con usted, si le es igualmente fiel.





27 de Mayo

Antiguo Testamento: 2o. De Reyes 1:1 – 2:25

Nuevo Testamento: Juan 10:19 – 10:42



A nuestra manera, o a la manera de Dios



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ÉXODO 2.11-25



Cada vez que se presentan dificultades, hay dos maneras diferentes de responder: a la manera de Dios, o a nuestra manera. Moisés es ejemplo de un hombre que, en ocasiones diferentes, probó ambas opciones. En el pasaje de hoy, vemos lo que sucedió cuando tomó el asunto en sus propias manos. Aunque su deseo era aliviar el sufrimiento de su pueblo, utilizó las vías incorrectas. Moisés cometió tres errores:

1. Se centró en la dificultad, no en el Señor. ¿Cuántas veces usted y yo hemos hecho lo mismo? La injusticia o dolor de una situación se apodera de nuestra atención, y en la búsqueda de una solución nos olvidamos de nuestro Dios todopoderoso.

2. Confió en su propia fuerza y en su juicio. Cuando surge un problema, la respuesta más natural es hacer lo que podamos para solucionarlo.

3. Actuó impulsivamente en vez de esperar en el Señor. Si una situación nos parece urgente, es probable que nuestra prioridad sea solucionar el problema lo más rápido posible.

La manera nuestra puede parecer muy lógica en el momento, pero consideremos qué tan eficiente fue Moisés en el logro de su objetivo. Un egipcio fue asesinado, pero el pueblo hebreo no fue liberado. Moisés fue malentendido por quienes trató de ayudar, y su vida tomó un giro inesperado en el desierto durante 40 largos años.

Todos hemos seguido el ejemplo de Moisés en algún momento, y sufrido las consecuencias de la autoconfianza. Pero Dios no rechazó a Moisés ni anuló los planes que tenía para él. En vez de eso, depuró el carácter del futuro líder por medio de pruebas, y le dio otra oportunidad. ¿No cree usted que el Señor hará lo mismo con nosotros?





28 de Mayo

Antiguo Testamento: 2o. De Reyes 3:1 – 4:44

Nuevo Testamento: Juan 11:1 – 11:27





La eficacia de la manera de Dios



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ÉXODO 3.1-22



Ayer vimos el fracaso de Moisés al tratar de liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto, pero hoy vemos que le fue dada una segunda oportunidad para hacer las cosas a la manera de Dios. Si podemos aprender las lecciones que aprendió Moisés en cuanto a los peligros de la autoconfianza, y la importancia de depender del Señor, nos ahorraremos muchas dificultades.

Si elegimos cooperar con Dios y someternos a su plan, Él hará cosas grandiosas en y por medio de nosotros. A pesar del fracaso de Moisés, el Señor lo usó para llevar a cabo su plan divino, pero solo después de convertirlo en alguien útil, es decir, de humillarlo y librarlo de su autosuficiencia. Observe la manera en que Dios obró cuando Moisés le obedeció:

• Le mostró las grandes cosas que podía hacer por medio de una persona rendida y dependiente de Él.

• Hizo más cosas en menos tiempo, y con menos recursos. No hubo ninguna insurrección, ni una guerra prolongada e interminable; solo un dramático despliegue del poder divino.

• Demostró su superioridad en cuanto a la manera de hacer las cosas, librando a más de dos millones de personas sin la pérdida de una sola vida hebrea.

• Los esclavos se marcharon libres y con las riquezas de sus captores (Éx 3.21, 22).

• Demostró tanto a israelitas como a egipcios que solo Él es Dios de los cielos y de la tierra.

• Recibió toda la gloria.

Nuestros fracasos nunca son un obstáculo para que Dios quiera o pueda usarnos. De hecho, nuestra debilidad es una gran oportunidad para que Él muestre su gloria. Cuando nos sometemos a la autoridad del Señor, podemos tener su victoria en todo.

29 de Mayo

Antiguo Testamento: 2o. De Reyes 5:22 – 6:33

Nuevo Testamento: Juan 11:28 – 11:246

Planificación basada en la oración



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LUCAS 14.28-30



En Lucas 14, el ejemplo acerca de la construcción de una torre muestra la importancia de planificar y utilizar los recursos sabiamente.

Cualquier plan financiero debe estar cubierto de oración. Primero, pídale a Dios la sabiduría para comprender su enseñanza en cuanto al dinero, y cómo se aplica a su situación. Después, pídale claridad de todos los detalles, incluso en lo referente a cuánto ganar y gastar.

Un último paso es buscar la guía del Señor para evaluar si nuestra manera de gastar está alineada con las prioridades de Él. Al evaluar esto, es útil dividir los gastos en categorías, incluyendo:

1. Las ofrendas a la iglesia local, los misioneros y otras organizaciones.

2. Las necesidades básicas: alimentación, vestido y vivienda.

3. Seguros, plan de jubilación, ahorros.

4. Deudas, tales como préstamos, y tarjetas de crédito.

5. Gastos personales en recreación y otros, como teléfonos celulares, Internet, TV por cable, restaurantes, vacaciones, etc.

Algunos de nosotros descubriremos que nuestras finanzas no están de acuerdo con los principios bíblicos, lo que puede ser desalentador. Si es su caso, vuélvase al Señor, confiésele lo que ha sucedido, y ore pidiendo fortaleza para manejar a la manera de Dios los recursos que Él le ha dado.

La disciplina financiera es una destreza que se aprende. Se requiere vivir conforme a las Sagradas Escrituras, un esfuerzo persistente por cambiar los malos hábitos, concentración para desarrollar otros nuevos, y la fe de que podemos aprender a vivir de acuerdo con las prioridades de Dios para nosotros. Somos bendecidos cuando nuestra planificación tiene como base la oración.



30 de Mayo

Antiguo Testamento: 2o. De Reyes 7:1 – 8:29

Nuevo Testamento: Juan 11:47 – 11:57

¿Quién es el dueño de todo?



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1 CRÓNICAS 29.10-14



Un grave error se ha introducido en la iglesia. Algunos cristianos piensan que su fe y su cartera corresponden a esferas separadas. Pero la verdad es que la salud económica y la obediencia a Dios son inseparables. Él es el dueño de todo (Hag 2.8; Sal 24.1). El dinero y los bienes son regalos del Señor; nosotros somos simples administradores.

Un mayordomo vigila el uso y el cuidado de los bienes de otra persona. Un mayordomo prudente basa sus decisiones financieras en las reglas del propietario en cuanto al uso y la multiplicación de los bienes materiales. En nuestro caso, Dios ha entretejido en la Biblia principios financieros. Puesto que toca casi todos los aspectos de la vida, el dinero es mencionado más de 2.000 veces en muchos contextos diferentes. Por ejemplo, Dios instó a los israelitas a permanecer fieles a sus enseñanzas y a evitar la trampa de la autoconfianza (Dt 8.18).

Les recordó que el poder para hacer las riquezas estaba en Él, no en manos de ellos. En el momento que un mayordomo presume ser el dueño del dinero que maneja, comete errores. Deja de consultar al Dueño, y gasta a su antojo. Incluso al tratar de hacer bien, el mayordomo descarriado se rige por su miope perspectiva, en vez de valerse de la omnipotente perspectiva de Dios, y de su tierna dirección. Por tanto, sufrirá las consecuencias de violar los principios financieros de la Biblia.

La fe y las finanzas están entrelazadas. No podemos mantener nuestro dinero fuera de la mano de Dios, porque todo es de Él; nosotros simplemente lo manejamos. Y debemos hacerlo de manera sabia y bíblica. Un creyente en el proceso de maduración sigue los principios del Señor en cuanto al uso y el aumento de sus bienes.





31 de Mayo

Antiguo Testamento: 2o. De Reyes 9:1 – 10:36

Nuevo Testamento: Juan 12:1 – 12:19

Escuchar con propósito





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1 SAMUEL 3.1-10

Ayer hablamos de escuchar la Palabra con interés y atención. Ahora, pensemos en acercarnos a la Biblia con propósito, expectación y oración.

Los cristianos estudian las Sagradas Escrituras no solo individual sino también colectivamente para saber más de Dios y sus caminos. Pero detrás de este sencillo concepto hay un gran desafío. Reunir conocimiento bíblico con propósito significa proponernos de corazón obedecer lo que escuchamos (Sal 119.33). Y hacerlo con expectación significa que creemos que el Señor nos hablará específicamente (Sal 25.4). Los sermones, las clases de la escuela dominical, y los tiempos de recogimiento privados, son cosas que debemos esperar con interés. Dios usa todo esto para edificarnos, fortalecernos y consolarnos; escuchar al Señor realmente vale la pena. Y la obediencia es la única respuesta adecuada a esta clase de atención personal.

Acercarnos devotamente a la lectura de la Biblia prepara nuestros corazones para escuchar bien, e introduce una actitud de propósito y deseo vehemente. El pasaje de hoy nos cuenta la historia del primer encuentro del joven Samuel con Dios. El sacerdote Elí le da al muchacho un valioso consejo: que cuando el Señor le llame, diga: "Habla, Jehová, porque tu siervo oye" (v. 9). Diga en oración estas sencillas palabras con convicción antes de abrir su Biblia, y escuchará a Dios más claramente.

Si quiere ver cómo trabaja Dios en su vida, venga a la Biblia con una actitud devota, expectante y llena de propósito. El enlutado será consolado. El cansado tendrá fuerzas. Quienes admitan su pecado se arrepentirán y conocerán la paz. Todos sentirán gozo. Reconozca el regalo tan grande que es la Palabra de Dios.

Iglesia de los Niños

El pasado sábado 30 de abril la Iglesia de los Niños, tuvo una actividad especial a la que asistió un gran número de niños y padres de familia, tanto de nuestra comunidad de fe como de la Colonia Monte Verde, donde se ubica nuestro templo.

En esta oportunidad se llevó el mensaje a los niños con la ayuda de reconocidos personajes de la TV, quienes alegraron y bendijeron a nuesra comunidad con su presencia.